miércoles, 24 de marzo de 2010

La guerra de los sexos

Este post lo escribí para el blog de @NatyMH, fue publicado allí anteriormente. Lo pueden encontrar también aquí.

El día que Naty me invitó a escribir un post para celebrar el cumpleaños de su blog me sentí halagado. Además propuso el tema: "La guerra de géneros". Lamentablemente al momento de escribir esto, paso por una época en la que no tengo la libertad de escribir tan frecuentemente como quisiera, por eso no le pude cumplir la fecha. El día que hablamos se me ocurrió un tema. Un tema brillante, brillantísimo, que le pondrá fin a esta guerra de géneros. Cuando pensé en el tema me dije "carajoooo, bajito bajito me gano el nobel a las relaciones humanas", si es que esa vaina existiera. Lo malo es que se me olvidó. Es como cuando uno sueña algo, el número ganador de la lotería, la solución al problema de álgebra que nos tiene varados, o cómo arreglar ese bendito error en el software que estás desarrollando. Conclusión: jodidos.

En vez del escrito que habría cambiado el mundo como lo conocemos, entro a tocar otro tema, igual sujeto a la guerra de los géneros. El pasado domingo me hallaba almorzando con unos buenos amigos, entre ellos una mujer que me parece muy profunda y que además tiene la particularidad de darme tema para post cada vez que me la encuentro -a ella le debo al menos dos post más-. Pues muy coincidencialmente nos contó a los co-comensales que vio en televisión, Miami Ink, un tipo que llegó a hacerse un tatuaje (voy a improvisar porque no vi el programa, lo vio ella): "Quiero hacerme un tatuaje de un pez payaso". Yo me imagino al tatuador pensando "una de dos: o el pendejo se vio Buscando a Nemo y tiene una aleta jodida, o se cree un payaso". Cuando le preguntó el por qué al sujeto, este le respondió "los peces payaso cambian de sexo". Yo no tenía la más remota idea, así que me puse a averiguar y va uno a ver y sí, como se puede leer aquí.

El tatuador lógicamente quedó intrigado y le dijo que cómo así, que no jodás, que no sea marrullero. Bueno, no se lo dijo así, sino en ingles, o sea que le debió decir "marrulleitor" o alguna joda de esas. "O sea que ud va a ser mujer o qué" -"y... masssssomenossss. ERA mujer". Imagínense a un tatuador con la boca abierta, baba cayendo, y ojos saltones. Grotesco. De por sí los tatuadores son feos... Ok, no le demos tanta vuelta. El tipo era vieja y no parecía. Tenía pinta de darle en la jeta al señor gobernador de California -actor de marras-, según mi amiga narraba. Claro, ya hecho el corrillo al rededor de Oscar Mauricio, antes conocido como Claudia Tatiana, le preguntaron mil cosas, que qué se siente, que por qué se cambió el sexo, etc. Yo pensé que el "man" iba a decir que le parecía del carajo poder orinar de pie, que es lo que muchas mujeres aseguran envidiarnos a los hombres. Pero no. Una de las cosas que más le llamó la atención a mi amiga es que el sujeto aseguró que es cierto que las mujeres son más complicadas, menos prácticas, y que es real que no tienen tan buena orientación como los hombres. Ahí fue donde la interrumpí y le dije "no, ahí sí salió bien marrulleitor porque esa no se la cree nadie".

¿Cómo así? ¿Entonces son las huevas las que le dicen a uno "marica, era a la derecha, acuérdese", mientras la de la izquierda dice "déjese de huevonadas, haga la fácil, sea práctico"? Me rehúso a creerlo. ¡¡Las huevas!! Pues acontece y pasa que, analizándolo no es tan descabellado. La cosa no es de gónadas, sino de hormonas. No es física sino química. No somos tan diferentes entonces unos de otros, al menos en lo que a química se refiere. Basta con unas inyecciones de progesterona, o testosterona según sea el caso, para que te cambie la personalidad. Pues quedé de una pieza, porque pensé que era más complicado. Obvio, un hombre o una mujer no está definido únicamente por su forma de pensar, razonar o sentir. El cuerpo tiene mucho que ver. O sea, yo no me hallo con una Natalia París echada en un sofá viendo fútbol, bebiendo cerveza y rascándose la barriga, echando madres porque Messi se comió ese golazo, mucho menos la nena más sutil, suave y encantadora del mundo en el cuerpo de Leonel Alvarez, con bigote y todo.

Que vivan las diferencias, que vivan las viejas viscerales y hermosas. Que viva la "guerra de los sexos". ¡Yo me ofrezco a frentear por los hombres y buscar unas cuantas trincheras!

2 comentarios:

  1. gracias por escribir en mi aniversario!!! :D

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  2. Enterado. Muchas gracias por la invitación. En próximos días seguramente lo haré. Y gracias a tu observación publicaré mi correo. No lo había pensado.

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