miércoles, 18 de agosto de 2010

Ein Taxi für den marmota

Yo creo que en una vida pasada fui taxista. Y que además fui de los más indios, de esos que se la montan a los pasajeros. De los que cobra de más a los que veía con cara de gringos, o de los que no llevan a nadie que no sea para donde a mí me sirve. Debí ser de los peores porque ahora como que estoy pagando el karma.

Hay varias cosas que yo no había vivido y por tanto me llaman la atencion aquí en Alemania: Primero el cuento del sol en el verano. Siendo las 11 pm uno sigue viendo sol, entonces claro, cuando te vas a dormir no sientes sueño y no quieres acostarte. Es como cuando a los niños los mandan a la cama a las 6. ¿Así quién va a querer dormirse? "5 minuticos máaas mamáaaa. Y te juro que guardo los juguetes". Entonces aquí ando, viendo cómo en Colombia son las 3 de la tarde, a la gente le queda medio día del fin de semana y uno se tiene que acostar. Y también curioso que cuando me levanto en las mañanas allá algunos hasta ahora están pensando en dormirse. Creo que sigo viviendo más en horario colombiano. No piensa uno: "uy, son las 12, toca almorzar", sino que son las 5 am y que algunos hasta ahora se van a levantar. Me dicen que el jet-lag es más facil de vuelta a Colombia, porque uno parte y llega el mismo día. Cuando llegue les cuento. Eso sí, me garantizaron que voy a durar una semana foqueado allá, así que no debería salir en las noches. Veremos si hago caso. Ja.

Otra cosa que pensé que sería diferente es el manejo del inglés. Yo pensé que aquí todo el mundo lo habla, pero no. En un restaurante fui a pedir comida para llevar, pero por poco no la logro. La niña que me atendió no sabía ni cómo decirme que no habla ingles, ni yo supe cómo decirle que me había dado cuenta hace rato. Pero bueno, es divertido tratar de comunicarse a señas con la gente. El primer “choque” fue con el taxista que me recogió en el aeropuerto. El taxi fue contratado, así que el man iba a buscarme a mí, pero yo casi no lo encuentro (porque no le presté atención al correo en el que me decían exactamente en qué entrada estaría el man. Yo sé, muy tarado. Los regaños los recibo en Colombia). Después de como media hora logré ubicar el taxi, pero el tipo no estaba. Me imagino que fue a buscarme. Cuando finalmente nos encontramos le dije en inglés que lo sentía mucho, que me perdí, que di vueltas por todo lado, que soy un taradeishon, que llamé a la empresa de taxis a preguntar… Cuando terminé de contarle, el tipo –que no paraba de sonreír muy amablemente- hizo con las manos el signo de pulgares arriba, me dijo “good” cogió mis maletas, las cargó al taxi… y nos fuimos. Yo me imagino que diria “uish, estos gringos si es que hablan mucho, ¿no?” Bueno, al menos en Colombia todo el que llegue hablando diferente es gringo. Sea alemán, francés, o escandinavo. De pronto aquí también. Diría “Grrrring” o alguna otra vaina así bien alemana.

El taxi fue contratado para traerme del aeropuerto al hotel, que son en ciudades diferentes. El mancito empezó a manejar, pero al rato me puso nervioso, porque empezó a mirar el GPS con insistencia, a cada rato lo movía desesperado, le tocaba por aquí, lo presionaba por allá, no sé si le cambiaba la ruta. ¡Hasta peleaba con él!! Se supone que él no sabía hablar inglés, pero luego de mucho pelear con el aparato, le empezó a decir “shut up” (cállate) … o algo muy parecido en alemán. Voy a buscar en el traductor “shará” a ver si significa algo en alemán. En fin. El tipo me traía como nervioso. Imagínense en una cirugía el médico sacando la enciclopedia Larousse y buscar nerviosamente entre las páginas, luego que ponga cara emocionada porque encontró el tema, y empiece a contar costillas para saber donde carajos es que tiene que meter cuchillo. De quinta. Supongo que el señor este era nuevo en el tema de la manejada de taxis o algo, pero no dejó de llamarme la atención.

La otra fue que el GPS "decía" algo que sonaba “osfart”, y el man luego repetía “osfaaaart”, con aparente nerviosismo. Pues claro, uno dice “marica, el man este se perdió. Señores… se murió Gamboa”. Al poco rato veo una desviación y un letrero que dice “Ausfahrt” y... EL MAN SIGUIÓ DERECHO !! Yo dije “Mierda, nos pasamos. Señoressss... raptaron a Gamboa!!”. Bueno, no es que yo sea tan importante, pero de pronto alguien pague recompensa por mí, así sea para que no me regresen. Varias veces pensé en decirle al man “oiga, ud me perdonará don taxista, ¿no? pero… ¿no teníamos que irnos por la autopista que se llama osfart? Eso le dijo el aparato”. Pero él sólo hablaba alemán y yo de aleman ni la A. Jodidos. Opté por decirme a mi mismo “lo peor que puede pasar es que nos demoremos el doble, algun día llegaré”. Al rato otra desviacion con otro aviso Ausfahrt. Ya luego lo veía a cada rato. 

Al otro día, cuando le pregunté a mi amigo qué significa la palabreja, me dijo Salida

AAAAAAAAAAAHHH, con razón. Menos mal no le dije nada al señor don taxista. Qué oso.

lunes, 16 de agosto de 2010

Porque todo puede ser mejor, pero también peor.

Me encontré hace poco con una amiga quien me contó entre otras cosas que la robaron. Yo sé que últimamente ando muy crítico, pero qué carajos. Yo no tengo la culpa de que pase tanta vaina en esta ciudad llevada del... alcalde.

Cuenta nuestra 'corresponsal' que a finales de Julio, el último viernes del mes, entró al Bancolombia ubicado en Teleport -carrera 7ma con calle 114, en Bogotá-. Ella iba a hacer una consignación por millón y medio. Los llevaba en efectivo. Cuando entró al banco vio que había cualquier cantidad de gente haciendo fila carajo, esta fila se ve inmamable, debió pensar ella. Igual empezó a hacer su fila, frustrada, pensando en la típica 'eficiencia' de nuestras entidades financieras.

Al poco rato, una señora con un carnet colgado del típico lacito al cuello y marcado con los logos de la entidad. - Bancolombia, se leía claramente - dice: "Las personas que vayan a consignar en efectivo sumas superiores al millón de pesos pueden seguir por acá y consignar por gerencia. Así agilizamos un poco, por favor". En la fila, antes que mi amiga, había un señor bien vestido que dijo "Ah, qué bien, yo tengo cuatro millones" y se acercó a la señora entregándole la plata. Mi amiga dijo "yo tengo uno y medio" e hizo lo mismo. En ese exacto momento alguien atrás de ella le dijo "oiga reinita" -juro que así me lo contaron- "¿esa plata no es suya?". Ella volteó a mirar y le dijo que no, que esa plata en el suelo no es de ella. Pues cuando volteó a mirar ya no había señora carnetizada, consignador de corbata, y luego atrás ya no había 'rey para esa reinita'. Pues se esfumaron todos con la platica de mi amiga.

La nena quedó pasmada... yo me la imagino, mirando al infinito y pensando marica... me tumbaron. Cuando por fin reaccionó hizo los reclamos del caso. Recapituló y contó seis personas involucradas en el robo. Habló con el banco para denunciar pero resulta que ahí le dijeron que ellos, por políticas del banco, no tienen vigilancia adentro. "Es que el banco este queda dentro del edificio", así que los señores de Bancolombia -y me imagino que los otros bancos igual- no contratan vigilancia para el interior de sus sucursales. Qué mal.

Obviamente si hubiese algún tipo de seguridad adentro, el señor vigilante se daría cuenta que hay personas ajenas, haciéndose pasar por empleados del banco. Yo me pregunto: ¿entonces quién responde por la seguridad de uno? Claro, yo entiendo: A nostros los ciudadanos se nos ha dicho repetidas veces que no le entreguemos dinero a personas que no estén en las ventanillas. Además imprimen unos avisos bien chimbos, hechos en Word, con leyendas como "¡ATENCIÓN! no entregue su dinero a personas que no estén en las ventanillas" y "el banco no se hace responsable por dinero que se entregue a personas fuera de las ventanillas". Ventanilla, diría yo. Una. Porque banco que se respete tiene 'fuera de servicio' todas menos una. Genial, ¿no? 

Un banco de estos, con unas rentabilidades bien importantes, no es capaz de pagar un bendito celador en algunas de sus sucursales. Y para librarse de culpas imprimen unos pinches avisos que no cuestan un carajo. ¿Dónde está el derecho de uno como cliente entonces?, ¿quién responde por la plata?. "Ah no, pero ahí hay avisos en los tableros. Es que si no leen". Y bueno, ve uno unas filas impresionantes, a fin de mes, y sólo está atendiendo un cajero.

Yo no entiendo. Si se supone que la gente que trabaja en un banco sabe contar, sumar y restar, cómo es que no se dan cuenta que hay cinco ventanillas y dos cajeros. Yo nunca, y lo digo con toda seguridad, NUNCA he entrado a un banco que tenga todas las ventanillas atendiendo. Aparte como hay tanta gente, uno no alcanza a leer los minúsculos avisitos con las advertencias. Eso sí, hay un montón de panfletos, folletos y afiches a todo color invitándonos a adquirir créditos hasta para comprar iguanas de porcelana. Por supuesto aquí las entidades sólo piensan en sus beneficios económicos y jamás en los clientes. Uno es muy bien atendido cuando no es cliente. Pero vuélvase cliente para que lo empiecen a ignorar.

Los bancos en Estados Unidos, al menos los pocos que visité, son completamente diferentes. Aparte de que no hay casi filas, todas las ventanillas están atendiendo. Hay al menos una persona extra, pendiente de los clientes que entran y no saben qué hacer, para guiarlos. Hay sofás con revistas, televisor... en fin. En uno entré acompañando a una amiga. Mientras la atendían yo me senté en la sala sólo por saber qué se siente estar sentado en un banco. ¡¡Y se siente rico!!. Hasta llegó una señora a ofrecerme café. Quedé atónito y casi no me voy. Mi amiga tuvo que sacarme después de que le dije que estaba esperando mi cafecito. "Es que eso no se ve en Colombia". Ya hasta había sacado la cámara para tomarme la foto. En el otro banco entré pero a buscar un baño. ¿Cuándo se ve por acá un banco con baños? Bueno, sí, todos. Pero es que los baños son para los empleados únicamente. Allá entré, ambiente agradable, y mientras buscaba el letrerito de baños se me acercó una gringa muy amable y me preguntó si me podía servir en algo. Confieso que sentí que tenía que inventarme alguna excusa para que no me sacaran a escobazos, pero el amigo con quien iba le dijo "Hola. Estamos buscando el baño". Yo me cubrí la cara esperando el golpe pero la señora dijo "claro, está aquí al fondo a la derecha" -Allá los baños también están ahí, cosa más curiosa, chico-.

Cuando le conté a mi amigo él me decía que ellos hacen eso porque saben que si te sientes cómodo vas a querer volver. Servicio al cliente, que llaman. Listo, no lo hacen con las intenciones más sinceras. Su amabilidad es para atraerte. Pero... ¿y qué? Funciona, que es lo importante. Yo hasta casi abro cuenta de ahorros con los ocho dólares que tenía en el bolsillo de la pantaloneta. 

En fin. En otros países el cliente es rey. El cliente tiene la razón. Te atienden muy bien, por las razones que sean. En cambio aquí te maltratan, no te atienden y, tras de todo, si te roban es tu culpa. Ya sé de dónde sacó la bendita idea el alcalde.

lunes, 9 de agosto de 2010

Geriátricos

Este post fue publicado originalmente en el blog de @CrizzPlop

Aún recuerdo las épocas de universitario en que la vida era pasarla bueno y ya. Se estudiaba, se iba a clase... pero había mucho tiempo libre. Y ese tiempo se usaba para rajar de la gente, para reírse, para beber -la verdad nunca he sido muy bueno para el alcohol aunque parezca lo contrario-, para ir de rumba -esto sí me ha gustado siempre- y en general para pasarla bueno. Jugábamos fuchi, básquet, patinábamos, jugábamos rol (calabozos y dragones, vampire y demás). Éramos un grupo muy bacano. Todavía lo somos. Me gusta mucho eso, porque aún después de tantos años nos seguimos reuniendo al menos 10 cada vez. Almorzamos algunos cada tiempito, nos llamamos con los otros... en fin. Bacano.

Entre tanta pendejada que hacíamos también teníamos la costumbre de reunirnos a jugar juegos de mesa en la casa de alguno, pedíamos pizza y jugábamos boggle, scene it, mímica, pictionary, magic. Sí, ñoños. Pero cómo la pasábamos de rico. A esas reuniones las llamábamos "geriátricos" burlándonos de nuestra actitud de viejitos, en vez de estar de rumba o alguna otra vaina.

Fuente:http://frankylicio.us/tag/superheroes/ 
En cambio ahora... ¡ahora somos viejitos! Claro, no quiero decir que necesitemos bastón, pero las costumbres cambiaron, como todo en la vida. Ahora nos reunimos a tomar onces donde cada uno lleva algo para comer -Todo el mundo menos yo, que soy un indio ingrato y egoísta-. Por puro engreído les diré que la última reunión tuvo tamales, chocolate, croissants, buñuelos, brownies, masato, empanadas y donas. Creo que no me faltó mencionar nada. Y aunque éramos como 15 personas, sobró un montón de comida. Es bonito ver las cosas en perspectiva y pensar que antes nos tocaba hacer unas colectas paupérrimas para poder comprar una caja de ron "caballo ciego", mientras que ahora la comida es abundante y los parqueaderos de visitantes casi no dan abasto. Bendito sea Dios.

Esta vez la reunión fue una tarde de sábado para conocer a la hija de una de nuestras amigas. Divina, igual a la mamá. En las reuniones de ahora los que ya son padres se comparten experiencias: que el cólico de la niña se le quita con esto, que cómo le ha ido con las trasnochadas, que si ya el bebé se despierta sólo dos veces, que miren que ya aprendió palabrotas -producto de las conversaciones de mis amigos y yo, parranganada de groseros-. "Miren cómo anda este de panzón", "huy pero cómo está de calvo", "oye pero te han crecido las puchas desde el embarazo". En fin. Yo que sigo soltero puedo ver las diferencias más fácilmente y darme cuenta, con una mezcla de desasosiego y alegría, cómo seré yo cuando sea papá de un mocosito. O mocosita. Aquí entre nos me derrito por las niñas y quisiera tener una hija antes que un hijo. 

Fuente:http://mikediluigi.com/?tag=funny 
Bueno, pues ahora como somos "viejitos" ya hacer reuniones para juegos de mesa, cine, o comprar bastones y corega ya no tienen gracia. Ya no es novedad. Ahora las reuniones "choco-locas" son para ¡HACER DEPORTEEEE! Si señores. Como lo leen, con horror y todo. Deporte. De esta misma reunión de onces que les menciono salieron dos magnos eventos: Uno fue el consabido partidito de fútbol 5, que entre amigos no es tan cruel. Allá estuvimos el pasado domingo. Era un partido de una hora, aunque me pareció como de cuatro. Ese jijuemadre reloj no avanzaba. "JUEEEEZZZZ, TIEEEMPOOOOO". "Marica, faltan 20 minutos" me decía Diego (@didarraga), que la hizo fácil y se pidió ser el árbitro. Yo corrí los primeros 10 minutos, y los otros 40 los caminé mano en cintura y jadeando. Ni me reía de las pendejadas que hacíamos porque el pulmón no me daba para mucho. OK, para mi honor futbolístico hice el primer gol. Y fue un golazo. ¡Pregunten! Cabe aclarar que gracias a ese gol flexioné la pierna de una manera digna de Ronaldinho y por eso todavía cojeo al caminar. Eso sí, cuando me preguntan qué me pasa saco pecho y digo con desdén "una lesión. Sí, en el partido del domingo" levantando ceja y todo. Como mi amigo Alex. Del autogol que hice no les voy a hablar, sólo para salvar algo del orgullo que me queda.

El segundo evento su autor, @EddisonMoreno,  lo llamó "Iron Man" y consiste en que, de aquí a tres meses, subirán trotando hasta Monserrate y el que llegue primero se quedará con las arcas, de 150 mil pesos por participante. Soy el come-años del grupo, además de los pocos solteros, por supuesto a mí me invitaron a correr con ellos. Por supuesto no acepté. Creo que me iré muy tranquilo en el funicular, y mi barriga y yo disfrutaremos de la vista y el paisaje bogotanos. Llegaré a la cima tan relajado como siempre y remataré mi gran esfuerzo con un desayuno generoso en San Isidro. Claro, subiré un par de balas de oxígeno para el feliz ganador, que terminará usando el premio para pagar las balas de oxígeno y la entrada a Urgencias en la San Ignacio de él y sus osados amigos. ¡Les apuesto 150 mil pesos!

martes, 3 de agosto de 2010

Yo denuncio

Esta mañana salí de mi casa y, como todos los martes -por el pico y placa- salí a esperar un taxi. La diferencia del día la hizo el clima que era particularmente lluvioso y frío. Es decir bogotano, tan bogotano como hacía rato no era. Varias veces he dado a conocer mi opinión acerca del gremio de transportadores públicos, como los señores choferes de busetas y los descarados taxistas. Si les queda alguna duda, échense una miradita en "Las perlas del tránsito", "Quiero ser taxista" y "Se le murió la madrecita" que escribí para "El Hijo de Yaneth", de Julián Hernandez, como parte de su primer aniversario.

Pues bien, esta mañana salí -en contra de mi voluntad- a las 7:30 de la mañana a esperar taxi en la calle 151 a la altura de la carrera 14. En ese punto pasa mucho taxi así que es más fácil. Yo ya no intento parar los que deambulan más cerca de mi casa porque ya sé que lo que están haciendo es pescando habitantes que vayan para transmilenio. Ya no me desgasto con ellos ni les discuto. No hay caso. Cuando me mudé a la zona me chocó el tema de que estos señores sólo llevan a la gente que vaya para transmilenio. Alguna vez yo iba a una cita médica a 20 calles de mi casa y terminé llegando tarde a la cita - además de perderla- porque ningún acomedido servidor público de estos se dignó a llevarme.

Ese día me dije "voy a hacer una campaña en contra de este gremio del demonio", pero la cosa no pasó de un par de tweets indignados y airosos, y una respuesta de Juan Pablo (@colombiascopio) quien es el director de noticias de Radio Nacional y está en el programa de las mañanas (aprovecho para hacer la cuña, escuchen 95.9 en Bogotá, Radio Nacional). Como buen colombiano, cuando el problema dejó de ser mío lo olvidé. Tengo la fortuna de no manejar un horario estricto así que puedo salir evitando las horas pico, más temprano o más tarde, y así huirle a los disgustos que estos queridísimos ex-caballeros de la cebra nos suelen causar.

Pero el día de hoy compartía taxi con un compañero del trabajo. Yo paso y lo recojo unas calles después. ¿A qué hora salimos?" -"Por ahí a las siete y media". [Escúchese aquí la música de "Psicosis", que fue lo que yo sentí cuando me dijo eso]. Salir a esa hora por un taxi, cuando está lloviendo, es estar mal de la cabeza. Igual salí preparado para esperar largo tiempo bajo la lluvia, manteniendo el mejor humor posible, disfrutando del hecho de no tener que llegar a una hora fija ni sufrir por el pasar de los minutos. Efectivamente, el tiempo pasaba, veía cómo otras personas salían y se desesperaban por la situación. Había de todo: estudiantes, ejecutivos, señoras de edad. Algunos desesperados se iban calle abajo, otros terminaban accediendo a la voluntad de los taxistas e irse hasta transmilenio. Yo veía con paciencia cómo se iban uno a uno. Alcancé a contar ocho personas esperando un taxi en menos de 50 metros. Las manos se levantaban bajo los paraguas, los taxis paraban preguntaban para dónde van y sencillamente arrancaban. Claro, como no van para transmilenio pues no los llevan. Sencillo. "Qué descaro", pensaba yo. Por supuesto yo ni intenté pararlos, dando por sentado que no me iban a llevar.

Les doy los números finales para resumir: Esperé por una hora y cinco minutos antes de que alguno me llevara a donde YO necesitaba ir, y que no pusiera problema para recoger a mi amigo, en pleno semáforo. Como les decía, en determinado momento éramos 8 personas esperando taxi en menos de media cuadra, todos mojándonos. Discutí -de buena manera, recuerden que estaba de buen humor- con dos. Me bajaron de cuatro taxis a los que no les servía ir para mi oficina.

Fuente: http://www.radiosantafe.com/page/142/?s=repùblica 
Ahora los hechos más destacables: Entre los pacientes peatones estaba una señora de al menos 70 años, con uno de estos "caminadores" mas el paraguas. Imagínense lo incómoda que estaría tratando de sostener todo mientras estira la mano a cuanto taxi pasa. Lo peor es que NINGUNO la llevó. ¿Saben por qué finalmente se pudo ir? Por que un señor pasó en su carro, vio la situación, paró y le preguntó para dónde iba y la llevó. ¡Qué gran ejemplo!

Otro taxista se detuvo a preguntarle a dos estudiantes, preguntó y no las llevó. Avanzó hasta donde estaba yo y se quedó ahí. Me acerqué y le dije "Buenos días. Una pregunta: ¿por qué ustedes los taxistas son tan descarados? ¿Por qué sólo lo llevan a uno a donde ustedes quieren?"

- "Es que yo lo llevo es a donde a mí me sirva", me respondió con total cinismo.
- ¿Y no se supone que esa es la idea de un taxi? ¿que lleven a la gente donde necesita? ¿para qué trabajan ustedes los taxistas?
- Yo trabajo por plata. En una hora de trabajo aquí me hago 30 mil pesos. Mientras lo llevo a usted, ¿cuánto me va a pagar? ¿10 mil pesos? Hay gente que me paga 30 mil pesos por ir donde usted quiere. Ahí verá si lo llevo de una vez por eso.

Indignado le respondí que no, afortunadamente tenía la libertad de decidir perder el tiempo bajo la lluvia y no darle gusto a un descarado de estos. En la oficina no me dirían nada por llegar tarde.

- No señor, prefiero esperar aquí a que alguien me lleve.
- Pues se va a quedar esperando hasta las 9. Mire, si usted fuera abogado trabajaría para el cliente que mejor le paga, ¿no? Pues igualito hago yo.

Fuente:http://www.radiosantafe.com/2009/05/06/taxistas-de-bogota-anuncian-que-se-suman-al-paro-camionero/ 
Reconozco que en su momento me pareció lógico y no supe cómo responderle. Luego me puse a pensar que no es cierto: Si uno le paga más a alguien es porque es bueno en lo que hace. Pero estoy seguro que el pendejo que le pagó los 30 mil pesos estaba muy necesitado -además de millonario- como para hacer tal cosa. Además que les sigue acolitando el descaro a estos... personajes. Además ¿cómo hace uno para saber quién es mejor taxista?

Para mí un taxista es mejor si me lleva cómoda y tranquilamente a mi destino, además por un precio justo. Si
hay un taxista que me parece excelente, le pido el número de teléfono y lo guardo. Lo llamo cuando necesite alguien de confianza. Eso les asegura más trabajo. Por buen servicio, no por necesidad. Conchudos estos.

- "Camine damos una vueltica", me dijo el señor este. ¿Vueltica a dónde? pensé yo. Ese tipo se traía algo entre manos. Me inspiró total desconfianza.
- No señor, yo no voy a dar "vuelticas", yo voy para la 93.
- Listo, yo lo llevo a la 93.
- Y por lo que marque el taxímetro.
- "Si, por lo que marque", me respondió con una cara más falsa que la de una moneda de 300 pesos.
- Bueno, lléveme pero recogemos a un amigo que está esperándome sobre la 9na.
- "¡¡Ah no, yo de colectivo no le voy a servir!!" me respondió de mal genio, cuando notó que no me le iba a subir al taxi ese. "Tenga cuidado con lo que dice, que puede ser peligroso" añadió arrancando rápidamente.

Sí señores. Pasó de descarado y cobrarme 30 mil pesos por un servicio de 9 mil, luego a intentar hacerme quién sabe qué y terminar amenazándome. El número de placas de este señor es VDS-035. No recuerdo la empresa, pero trabaja en el sector de Cedritos en horas de la mañana. Seguramente lo seguiré viendo y podré tomar nota de la empresa.

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Fuente:http://www.radiosantafe.com/2009/02/25/en-bogota-no-hay-sobreoferta-de-taxis/ 
Gracias a todo lo anterior, a través de twitter le comenté el caso a @colombiascopio quien inmediatamente llamó a la Subsecretaria de Movilidad de Bogotá y le preguntó al aire en Radio Nacional, 95.9 en Bogotá. La señora Subsecretaria dijo: "En Bogotá un taxista no se puede negar a prestar el servicio"

También dijo "anote al número de placa, llámenos a la secretaría de movilidad y denuncie el taxi. La empresa se sanciona".

Así que tengo dos propuestas para ustedes, amables lectores: Cuando sean víctimas del descaro de un taxista, tomen nota de la placa y la empresa -disimuladamente, no se vayan a meter en problemas- y repórtenlo llamando a la Secretaría de Movilidad de Bogotá al 195 o 3649400. Tómense la molestia de llamar. Yo denunciaré al señor que les digo.

A ver si algún día dejamos de estar a merced de un pésimo servicio y tener que vernos en la necesidad de pagar 30 mil pesos para que nos lleven a 40 calles. O déjenme los datos como comentarios en este post y yo llamo.

La segunda invitación es a que nos organicemos y procuremos tomar menos taxis, llevándonos al trabajo y a la casa entre conocidos. Yo voy con mi compañero de oficina siempre, aunque los martes ambos tenemos pico y placa así que no nos queda de otra. Yo personalmente -y hablo muy en serio- me ofrezco a acercar a cualquiera de ustedes. Voy por la 9na al sur hasta el parque de la 93. Me contactan y cuadramos. Me niego a darle gusto a estos taxistas descarados y conchudos. Estoy muy indignado. Digo, por si no se nota

Se le murió la madrecita

- Este post fue publicado originalmente en "El Hijo de Yaneth" -

Empiezo agradeciendo a Julián por su invitación a participar en el primer aniversario de su blog. Son pocos los blogueros que tienen la constancia para mantenerse y escribir con la debida frecuencia. Doy fe de eso, que hacía rato no escribía en el mío. Aprovecho también para felicitarlo y desearle otro año bloguero lleno de éxitos. Que siga escribiendo y publicando, incluso en medios escritos, algo que yo no he logrado. Cochina envidia. Bueno, entremos en materia.

Hace unos días tuvimos una charla en la oficina sobre aquella idea de que las cosas son buenas o malas dependiendo de cómo lo veamos -personalmente creo que es cierto, he posteado varias veces al respecto-. En la charla mi jefe -él es quien nos hablaba de esto- nos decía que no sabemos cuál es la realidad de la gente y el por qué reacciona de alguna manera en particular. A veces uno llega de mal genio a la oficina por alguna razón, por algún trancón, porque un taxista -hijo de Dios- se atravesó o alguna otra cosa de esas que nuuuuuunca pasan. O no somos nosotros sino alguno de nuestros compañeros el que llega de malas pulgas. Vamos, le pedimos un favor y el personaje este nos responde con tres piedras en la mano. Yo sé, dan ganas de coger la engrapadora y ponerle unos tres ganchos en la cara, pero cada quién tiene derecho a estar en la mala y nosotros debemos procurar entender. Créanme, sirve. Siempre y cuando la otra persona no se pase de grosera.

El tema es que mi jefe puso el extremo ejemplo de que, quién sabe, si de prooonto un taxista -alma caritativa- nos cierra en plena avenida, puede ser porque se le murió la mamá. Lo primero que dije fue "Huy, está bien. Pero... ¿que se les haya muerto a todos al tiempo? pobres taxistas". Y pobres mamás. Todos los días, cada 3 minutos debe estarse muriendo la señora madre de un taxista de estos -huérfanos indefensos-. Ya me imagino a las señoras echando camándula todas las noches y pidiéndole a San Benito: que "de por Dios, ¡¡que mi hijo no se vuelva taxista!!".

Fuente: http://www.photoshopstar.com/effects/creating-taxi-text-effect/ 
Sí, fue un ejemplo extremo. Muy. Pero sirvió para hacernos (me) reflexionar acerca del tema y procurar alivianarnos más cuando cosas así sucedan. Yo particularmente hice lo siguiente luego de que un hampón del volante de estos me cerró y quedamos en un semáforo (sí, el tarado este ganó 0.3 segundos gracias a su "proeza"). Aproveché y me bajé, fui hasta el taxi y le dije "oiga, señor, deje de cerrar a la gente así que puede causar un accidente". Me regresé a mi carro con toda la calma que pude, cerré con seguro y tartamudeando le pedí a la virgen que este señor no se bajara cruceta en mano. A lo que quiero llegar es que es posible no contra-reaccionar ante una imprudencia de estas. Y no sólo al manejar, también como peatón, como compañero de trabajo, como hijo, madre, primo, novio...

Procuremos estar del mejor humor posible, escuchemos música alegre, sonriamos al triple hp que nos atendió mal y le deseamos que se le mejore el día, o que esta noche sí le den sexo. En vez de responderle mal, terminar de joderlos y de paso amargarnos el día, seamos superiores a eso. Yo no me voy a amargar porque un pendejo busetero con sus 3 neuronas no es capaz de poner una simple direccional antes de cerrarme. De pronto lo enciendo a pito, pero luego sigo cantando a pulmón herido en el carro. Si una gorda me sacó a traserazos de Transmilenio -o del MIO- le digo muy amablemente que Dios le bendiga su doble tracción y que tenga un buen día.

Es difícil, lo acepto, pero no imposible. Sobre todo porque eso se va volviendo un hábito y cada vez es más natural. ¿No conocen a alguien que se la pasa amargado hasta porque el azúcar no le endulzó igual? ¿O al otro que vive cantando y silbando todo el tiempo? Qué bacana la gente así. Ahí les dejo el tema. Me voy a la cocina que este puto tinto quedó muy frío. ¡¡MALDITA SEA!!

Ellos ya siguen a la marmota

Marmotazos populares