viernes, 28 de enero de 2011

Apología a la foto de espejo

Uno mira en Facebook y cada cierto tiempo se encuentra con una foto del perfil de alguna adolescente frente a un espejo. Todos tenemos una prima, hija, amiga, cuñada, conocida o traga que se haya tomado una foto de espejo. O incluso, querida lectora, usted misma lo ha hecho.

El tema con las fotos de espejo es que muchas veces vienen acompañadas de una mueca modelezca. Modelo wanna-be que llaman. Dicho gesto implica girar la cabeza unos 15 grados, y estirar la boca un poco, no sé si con la idea de parecer dar un beso o de tener los labios más gruesos. Todo es culpa de Angelina Jolie. La desgraciada esta afectó bastante la psique de nuestras jóvenes. Aunque pensándolo bien afectó la de los jóvenes y las niñas por ende han querido llamar su atención. En cuyo caso no culpo ni a unas ni a otros. Los labios de Angelina son una cosa loca.

Las fotos de espejo, por naturaleza, no son lo más aconsejable. En sí no tienen nada de malo, finalmente las niñitas aquellas no tienen algún amigo de tanta confianza que les tome fotos mientras ellas posan de diversas formas -eso sí, siempre con la boca estirada-. Pero, niñas, las fotos de espejo implican un espejo. No sé si lo habían notado. Los espejos grandes, de al menos medio cuerpo, están en el baño, y es por eso que estas fotos siempre se verán acompañadas de papel tapiz colorido (en ocasiones en mal estado) o de baldosas blancas en el mejor de los casos. Cuando son cuidadosas, no sale nada más. Un fondo "homogéneo". Pero otras veces -y es ahí donde empieza el problema- aparece la toalla a medio secar, la puerta a medio cerrar, o el bombillo a medio fundir. 

Algunas niñas cuentan con la fortuna de tener un tocador con espejo, o un espejo de cuerpo entero, que servirá de cómplice para sus propósitos. Pero vuelve y juega el tema del reflejo. De fondo se verá la cama con el cubrelecho pintoresco, llena de peluches y demás. Opciones hay varias. He llegado a ver fotos en las que se ve la toalla secándose sobre la puerta del armario. En otra vi una aspiradora y un balde. No sé qué tenía en mente cuando decidió usarla como foto de perfil en Facebook. Bueno, aclaro que estas fotos no las vi entre mis contactos sino en una de estos grupos de Facebook dedicados al tema -es que yo también investigo para los post, ¿qué dijeron?

Sí, rajar del prójimo es muy rico, ¿no? Pero es que uno no ve la viga en el ojo propio. Uno siempre critica a "los jóvenes de hoy en día" sin darse cuenta que también fue joven y que también tuvo sus hábitos generacionales. Gracias a @sebasjuantian abrí los ojos (y a su vez él los abrió gracias a un amigo de más edad). Nosotros, los de mi generación, nos caracterizamos no sólo por un tipo de foto, sino por DOS. Somos los duros para la autofoto (sinceramente yo no tengo muchas así, pero no es porque no quiera). Uno estira el brazo, se apunta y ¡zuaz! Además eso requiere "expertise". Al principio uno se mocha la oreja, o sólo le toma la foto al brazo, pero con el tiempo le va cogiendo el tiro y ya después todas salen per-fec-tas. Tengo un amigo que las sacaba siempre igual, con la misma expresión y todo, tanto así que los demás llegamos a creer que eran montajes y que no fue a Europa, sino que estuvo tres semanas tratando de olvidar un amor imposible: una niña de foto de espejo. Todos le dijimos que no le convenía, pero el tarado no hizo caso.

La segunda de nuestras fotos típicas es la foto grupal, pero no la típica sino la de cabezas juntas. Y este fenómeno es consecuencia de la auto-foto. La auto-foto grupal ubica la cámara a aproximadamente un metro del objetivo, así que para que todos salgan en la foto, hay que pegar las cabezas. No hay de otra. Y máximo caben 4 cabezas. A veces 5, pero a uno sólo se le verán los ojos, encima de los demás, o los dos de los extremos aparecerán cortados. Además que siempre existirá el amigo o amiga que no puede ver una cámara encendida porque se mete en la foto a punta de codazos y a costa de narices rotas. Su felicidad se mide por cantidad de fotos etiquetadas en Facebook. Aquí sí me confieso total pecador: yo me he visto en aprietos buscando una bendita foto en la que aparezca sólo o, al menos, sin pegarle la cabeza al compañero de foto. 

Pero bueno, como consuelo hay que pensar que cada generación pasa por algo así. Antes era la foto agüita, de esas que se tomaban en plena plaza, como la del parque de Lourdes. Luego se impuso la polaroid y eso era la locura: ¿Una foto instantánea? Lo máximo. O la foto entre un tubo. Sí señores. Fotos de 2x2 cm que meten entre un tubito de plástico, con forma de pirámide alargada, y en el otro extremo una pequeña lupa. A mí me sacaron varias (es que yo de niño era bonito, en serio). Y la foto de mosaico. No sé si todavía se acostumbre en los colegios hacer un mosaico de los graduandos cada año.

En fin, no hay que rajar tanto. Cada generación tiene su pendejada fotografística. Lo que sí nos queda a los de la mía es que la auto-foto llegó a tal nivel que en muchas cámaras digitales uno de los modos es "self-portrait", y no creo que algún día saquen el modo "mirror picture" que incorpore automáticamente marcos de baldosines y camas destendidas. No me crean tan pendejo.

Ellos ya siguen a la marmota

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