viernes, 18 de marzo de 2011

Ay, tan maduras

En una de las tradicionales tertulias capitalinas, me hallaba departiendo con mis "ahijados" de matrimonio, Henry y Sandra, y un grupo de amigas de ella, hablando de las vicisitudes de la vida, de los ires y venires. Era una conversación muy amena, acompañada de té y galletitas. Unas oncesitas bien coquetas en las que sólo faltaban Conchita y Marujita, de los Vengoechea Urrutia (favor leérse "Conch-ta" y "Ushutia" para ambientarse en la escena). Así bien aristocrático, todo era risas y felicidad, hasta que Sandrita soltó la frase "los hombres no maduran tanto como las mujeres".

Fuente: http://bit.ly/exfhNv
Por poco dejo caer las colaciones del plato mientras Henry, boquiabierto, puso lentamente la tetera en la mesa antes de que ocurriera un accidente, un Sandricidio o alguna cosa por el estilo. Los únicos hombres presentes éramos él y yo así que por número llevábamos las de perder. Yo sólo atiné a decir "claro Sandrita, está demostrado que los hombres maduramos más despacio, es natural". "No, no es que maduren más despacio, es que no maduran tanto" me respondió ella, amenazando mi madurez y la del género entero. Cinco cervezas más tarde me convenció. Quiero decir, unos cuántos panecillos y palitos de queso después.

La cosa es así: Hoy en día los hombres podemos prolongar la infancia-adolescencia varios años más. Incluso he leído en varias oportunidades el término "adultescentes". Una de las razones es que la tecnología hoy en día está altamente orientada a la diversión masculina. Es así como vemos múltiples consolas de videojuegos con toda clase de jueguitos y juegotes, dirigidos al mero macho. First-person Shooters, simuladores de aviación y conducción, juegos de "puño-patá", como les dice una amiga, etcétera etcétera. Los juegos para mujeres no son tan populares. De hecho no se me ocurre nada, aparte de la parodia (buenísima por cierto) Shii - The Wii for Women.


No recuerdo un videojuego exclusivamente femenino, aunque sí tengo más de una amiga que literalmente me ha atendido en Need for Speed. No diré sus nombres para proteger un poco mi dignidad.

Asegura la corriente Duconiana -yo la llamo así- que otra de las razones que impiden que la madurez masculina toque cumbre es la llamada "liberación femenina". Hoy en día existen las super-mujeres que lo super-hacen super-todo. En un afán de demostrar autosuficiencia nos han librado de responsabilidades a los hombres. Lo demostraron con tal maestría que perfectamente pueden mantener y sostener una familia solas. Ya no nos necesitan a los hombres. Es que ni para procrear. 


Fuente: http://bit.ly/ieFeZM
Antropológicamente los hombres estamos hechos para traer el alimento a casa. Matar mamut. Pero eso ya no es necesario, ya que ahora las mujeres trabajan y traen "papita" al hogar sin ningún problema. ¿Y los hombres? Bueno, ya no nos necesitan, entonces ahora nos dedicamos a lo divertido, a jugar con los niños y a jugar Playstation. A invitar a los amigos a ver partidos de fútbol en nuestros televisores HD. Perdónenme, pero el HD y el surround no se hicieron para "50 first dates" o "Amor a distancia". Se hicieron para "RED", "Transformers" y "Matrix". Se hicieron para ESPN y no para Utilísima. 

Nadie les pidió que se liberaran. Pero ustedes, con esa manía perfeccionista se liberaron divinamente. Nos dejaron sin responsabilidades. No hay nada que nosotros hagamos que ustedes no puedan. Esa vaina de que "lo que nos pidan podemos y si no podemos no existe" etc. no pasa de ser una mera cursilería. Lo traigo a colación porque leí hace poco un artículo sobre el día de la mujer en el que la autora decía que Arjona atentaba contra sus derechos porque las tildaba de inútiles y las dejaba en el plano inoficioso de musas. "Es que las mujeres estamos pa masssss" parecía decir la susodicha.

Esos son casos extremos pero reflejan algo de la realidad. Ya nos demostraron que todo lo pueden, y con creces. Ahora mi consejo es que nos hagan creer que nos necesitan para algo, que se dejen atender y consentir. Mientras tanto, me pueden ir comprando un xbox360 nuevo que el último se me dañó y hace rato no juego. Gracias.

domingo, 6 de marzo de 2011

El amor es como el póquer

El amor, una relación, es como jugar póquer. Empiezas con recibiendo tus cartas y de acuerdo a lo que tienes, apuestas. Si crees que tienes con qué ganar, apuestas un poco más, si no, esperas la apuesta de la otra persona.

Con el tiempo se van mostrando más cartas, y tú decides si subes la apuesta o sencillamente esperas. Cada quién tiene su estilo, algunos son pasivos y prefieren reaccionar según lo que la otra persona juegue. Otros son un poco más lanzados y apuestan sin importar lo que el otro juegue. Los extremos son los que juegan a la ofensiva y juegan a "restos", es decir, apuestan con todo lo que tienen desde un principio, y por supuesto también están los temerarios que juegan mostrando las cartas. Están seguros de que lo que pueden ganar bien vale el riesgo.

Lo importante en este juego es que nadie te obliga a apostar. Tú eres quien decide si vas a seguir con el juego, si pasas y esperas, o si subes las apuestas. Tú decides si estás dispuesto a apostar un poco más y quizás perder en el camino.

En la vida como en el póquer analizas tus posibilidades de ganar, analizas tu juego y lo que tienes para apostar. Piensas si vale la pena el riesgo y apuestas o te retiras. A medida que se aumentan las apuestas el riesgo es mayor, pero también es más interesante. Muchas veces para ganar en grande, debes apostar en grande.

Y también, como en el póquer, cada quién juega según sus experiencias pasadas. Si en la mano anterior apostaste mucho y perdiste, en esta juegas más conservadoramente. Si en la anterior apostaste muy poco, en la siguiente prefieres ser más arriesgado.

Para mí, tanto en la vida como en el póquer, lo importante es jugar. Apostar. No quedarse a un lado de la mesa. No soy un espectador. Si pierdo no importa, algo aprendí. Eso sí, creo que no he aprendido a cañar. Por eso pierdo seguido.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Las mujeres la tienen fácil

Desde tiempos inmemoriables -y producto de nuestra naturaleza machista- las mujeres son cortejadas, conquistadas y convencidas. Claro, en algunos casos engañadas porque no falta el paquete chileno. 

Por naturaleza, en la gran mayoría de especies es el macho el que corteja a la hembra. El pavo real con el plumaje más vistoso es el que se lleva a la pava reala. Es natural. El ciervo más cornudo es el que se lleva su cierva. Afortunadamente eso no aplica en humanos o si no ¿quién las detiene? Y así pasa con el gallo que más canta, el cuervo que más ojos saque o el lagarto que más puestos tenga. Es natural.

Sí. Es una ley de la naturaleza así que no se discute, pero tampoco podemos negar que las hembras, mancebas y/o mujeres la tienen más fácil. Ellas esperan sentaditas mientras es el carnero, el macho cabrío, el que se tiene que encender a cabezazos para lograr captar su atención. Aparte el ganador tiene que tomarse un frascado de advil para poder disfrutar de su "trofeo". Pongo trofeo entre comillas porque a muchas mujeres les ofende el término, aunque a algunas otras les encante pasear con El Propio y sus escoltas (ver la novia no-modelo) en Galería Café Libro.

Desde chiquitos nos educan para eso. El que primero tenga triciclo va ganando. El que primero le quite las rueditas a la bici llegará más lejos. El que tenga el mejor carro, con más motor, la billetera más gruesa y demás. Tranquilas, no se ofendan: es natural. Las mujeres antropológicamente deben asegurar que su descendencia tenga un padre que los proteja, así que buscan al más adecuado para eso.

Pero en humanos es más complicado. El hecho de que seas el más "apto" para garantizar la prolongación de la especie no te dice que tendrás éxito con la sujeta en cuestión. No basta con encenderse a trompadas con Miguelito, el matón del barrio. No hay que ganarle a nadie en una guerra cuerpo a cuerpo, ni siquiera en una partida de póquer. 

Luego de que simbólicamente has vencido varios contendientes, luego de que simbólicamente has corrido más que el resto -literalmente eso lo hacen los espermatozoides- llegas jadeando a donde tu admirada mujer. Y ella te recibe con un "ay, no sé. Es que tengo como pereza de salir, si quieres hablamos la otra semana". Dan ganas de devolverse a dejarse dar por los otros tipos. O de mandarlos a ellos para que pasen por lo mismo.

Entonces hay que afrontar el mayor de los temores. Nosotros por las mujeres podemos atravesar un río a nado, infestado de pirañas. Podemos "tocar varilla" 100 veces en el columpio del parque. Podemos pasar los 8 mundos de Mario Bros 3 sin honguito. Podemos incluso ver una película rosa que no queremos ver por ustedes; y lo hacemos con estoicismo digno de Simón Bolívar, pero nos jode el rechazo. El miedo al rechazo es nuestro "ultimate fight".

Cuando pierdes el miedo al rechazo la cosa se vuelve más fácil, porque te atreves a hacer cosas que el miedo te impide. Es por eso que nos ayudamos de licor (bueno algunos abusan y por eso no hacen propuestas indecentes sino que las babean). Dicho sea de paso, un saludo especial a nuestro gran amigo José Cuervo; más de un padre orgulloso quisiera llamar así a su hijo. Es que suena mejor que Johnnie Walker Marmolejo.

Ahora, querido lector temeroso, no te confíes y pienses que porque superaste el temor al rechazo de una mujer lo superaste con todas. ¡No! Siempre habrá una más que te haga temblar las piernas, o que te haga sudar como camello saharieño (aclaro, en realidad se dice sahariano, pero algunos puristas no se aguantan ni un chistesito pendejo; ya los veo venir con sus antorchas correctoras). Siempre habrá una mujer que te haga balbucear estupideces, que te haga razonar una cosa y sentir otra, una mujer que te haga salir del casco urbano. Pero no te preocupes, es natural.

Ellos ya siguen a la marmota

Marmotazos populares