lunes, 29 de septiembre de 2014

Partamos la ciudad de nadie para hacerla de todos.

Constantemente todos unimos experiencias y conversaciones y termina llegando a conclusiones interesantes. Nos pasa todo el tiempo.
Hace unas semanas estuve en Medellín como conferencista gracias a una invitación de ESUMER a su III Congreso Internacional de Mercadeo. Aproveché y me quedé allá unos días más para hacer algunas visitas clave, conocer personas y, de paso, pasear con mi novia. Ya que estuve varios días tuve que vivir los "tacos" eternos de 100 metros, y las filas interminables de 3 personas en un banco a medio día. Ya quisiéramos en Bogotá sufrir con esas demoras.

Estando allá mis amigos me decían "yo no vivo en Medellín, vivo en Envigado". En principio supuse que es como en Bogotá, que Usaquén, Fontibón, Suba, eran poblaciones separadas de Bogotá pero, gracias al crecimiento, terminaron siendo localidades de Bogotá. Si yo vivo en Usaquén también vivo en Bogotá. A diferencia del Valle de Aburrá, en donde una cosa es Envigado y otra cosa es Medellín; o vives en una o en la otra pero no en las dos. Puedes trabajar en una y vivir en la otra.

Para nadie es un secreto que uno de los grandes problemas de Bogotá es que es muy (MUY) grande. Mientras que la capital antioqueña -la tercera ciudad en población despúes de Cali- debe tener unos 2.5 millones de habitantes, en Bogotá ya pasamos los 8 millones. Muchísimo. Y debido a esa gran cantidad de personas, administrarla es muy difícil. Ni siquiera una mente tan brillante y progresista como la de Gustavo Petro pudo con ella. El logro más grande de su alcaldía fue seguir siendo alcalde y no dejarse tumbar. Pero esa es incompetencia de otro costal, así que retomemos.

Uno de los principios de la resolución de problemas es fraccionar dichos problemas para ir resolviendo por partes, sin perder de vista el problema global. Es por eso que existen entidades especializadas en cada campo (IDRD, IDU, etc.), el problema con los problemas de Bogotá es que ya son muy grandes. Bogotá es de todos y es de nadie. Todos (muchos) vivimos acá, la disfrutamos y la padecemos. Pero a la hora de la verdad no es de nadie: nadie se apersona de sus problemas, nadie se duele a título personal por ella (ni el alcalde de turno). Aprendamos de los paisas y dividamos Bogotá. Ya lo había propuesto en un marmotazo anterior (ver ¿Y si dividimos Bogotá en dos?) y sigo pensando en que es una buena solución.

Claro, muchos políticos se opondrán (sobretodo porque si los presupuestos se dividen, también se dividirán las cifras de lo que se pueden robar), pero si lográramos fraccionar la ciudad y tener más de un alcalde, quizás llegaríamos a una mejor opción de ciudad. Bogotá no se va a arreglar en 3 años (me decía @odionisio el sábado), y tiene toda la razón. Pero ¿qué si la partimos en 2? ¿Qué si cada mitad de Bogotá compite por ser mejor que su gemela? Estoy seguro de que avanzaríamos más rápido. Los que traigan a colación la existencia de los alcaldes locales también deberán reconocer que esa figura no sirve para un carajo. No tienen ni el poder (ni el interés) para arreglar las cosas. O al menos eso parece desde mi rincón de la ignorancia.



viernes, 5 de septiembre de 2014

El Pico y Cédula

Hace unas semanas, bromeando un poco, dije que en Bogotá hay tanta gente que se debería hacer un pico y cédula.


https://www.facebook.com/omargamboa/posts/10152715573316018






El caso es que tuvo más acogida de lo que pensé; eso me dejó pensando en que la propuesta no es tan descabellada, si se piensa bien. Tanto así que luego en Actualidad Panamericana hicieron una noticia parodia sobre el tema.


Ahora sí analicemos. Bogotá está sobresaturada. Se vive en todo: No se puede ir a cine sin hacer reservas y salir de la casa 4 horas antes de la película, esperada del bus, trancón, la eterna parqueada si vas en carro, fila interminable del cinema y llegar media hora antes para no perder la reserva. No se puede ir a un restaurante un domingo sin hacer la fila de media hora para poder comer, y cuando comes te sientes acosado por las miradas de los que siguen en la fila, aguantando hambre. Bogotá está atiborrada de gente. El problema es que no hay solución de fondo.

Y donde más se nota este tema es en los trancones eternos en toda la ciudad y a toda hora. Yo soy de los que vivió el cambio que Mockus le imprimió a la ciudad y era de los románticos que creen que algún día llegaría alguien similar y nos volvería a dar la cultura que perdimos. Pero no, después de tres pésimas alcaldías de la izquierda política, me di por vencido y ya no espero que el cambio venga de arriba. El cambio viene de nosotros.

Ayer me decía un amigo que conoció de cerca el trabajo de la Secretaría de Movilidad y que allá no hay nadie pensando en soluciones para la movilidad en la ciudad. Todos los departamentos están dedicados a la recaudación de impuestos, a mantenimiento de semáforos y vías (pensé que las vías no las mantenían, a juzgar por la cantidad de huecos), al cobro de comparendos. Pero nadie piensa en soluciones, excepto por un par de personas pensando en el metro. El Metro es muy buena solución, pero a largo plazo y, tristemente, incierta. La construcción del dichoso metro va a tomar muchos años, eso si salimos de la etapa de estudios, que lleva como 50 años. Entonces, estar sentado esperando a que aprueben el metro para solucionar los problemas es como si yo estuviera sentado esperando ganarme el Baloto para pagar mis deudas. Eso NO va a pasar.

Bueno, pero hablemos de soluciones: Mucho se ha dicho que deberíamos ir al trabajo en bicicleta, a pié, compartir el carro, etc. Y son muy buenas opciones, yo camino mucho y lo disfruto (casi siempre), pero ¿qué si no todos los días salimos todos a la calle y a la misma hora? Mi propuesta es que en las empresas y oficinas donde sea posible se implemente el teletrabajo como una manera, más que viable necesaria para la vida del empleado. Además de usar la bicicleta como medio de transporte, sumémosle que un par de días a la semana un empleado pueda trabajar desde su casa. Imagínense la cantidad de gente que dejará de salir a las calles, cuánto se desocuparán los buses, transmilenios menos llenos, el montón de vehículos que dejarán de armar trancones, el montón de smog que se deja de producir.

Y mi propuesta no es nueva, al contrario. Las tecnologías están ahí y están desde hace rato. Todos los documentos se pueden trabajar en algún repositorio la nube (yo recomiendo Google Drive), y de paso se evita uno el problema de tener 10 versiones del mismo documento enviadas por correo electrónico. En Drive se puede trabajar hojas de cálculo, documentos de texto y hasta presentaciones.

Para comunicarse bueno es el teléfono, pero aún mejores son Skype o Google Hangouts, entre otros. Esto no va a reemplazar en su totalidad las reuniones, sobretodo las primeras, en las que hay que conocerse e interactuar con las otras personas. Pero si ya se conocen, no es necesario estar físicamente presentes en la misma sala.

No recomiendo que sea algo de todos los días, porque se deshumaniza la relación laboral, que es muy importante a la hora de crear sinergias y nuevos procesos e ideas. Pero si en su empresa trabajan, digamos, 10 empleados, proponga que dos de ellos trabajen desde sus casas una vez por semana. Y si como empresa cree que no gana o que todo será para el empleado, piense en esto:

- Se va a ahorrar el gasto de energía,
- Va a optimizar la conexión a internet. Si menos usuarios están conectados, más eficiente será la red),
- Va a ganar tiempo. Imagínese que sus empleados usen esas dos horas de trancón para adelantar el reporte que deben entregarle a primera hora.
- Va a ahorrar hasta en el agua porque no van a entrar al baño tantos empleados.
- Podrá tener menos puestos de trabajo, y no le ocuparán todos los parqueaderos.

Y a todo eso súmele que tendrá empleados más agradecidos y felices, que al final es lo más importante. Un empleado contento trabaja más rápido y mejor.

La vida laboral está cambiando, afortunadamente, y ya no se trata de cuántas horas pasa uno en frente del computador (o calentando silla) sino qué tan rápido y tan bien hace su trabajo. Estamos volviendo a las raíces, donde lo importante es el trabajo hecho y no que sea entre 8am y 6pm. Imagínense a un campesino durmiendo hasta las 7 en su finquita, marcando tarjeta en el arado a las 8AM. Y a las 6PM se va para la casa, ni un minuto antes porque a él no le pagan las extras.

Por último, si un empleado hace las tareas asignadas en menos tiempo que el previsto, ¿qué me preocupa lo que hagan el resto del tiempo? Y si son buenos empleados y disfrutan su trabajo, puede que hasta se capaciten en sus ratos libres. El sueño de todo empleador.

A veces esperamos que las grandes soluciones vengan de arriba, pero en este caso creo que no debemos esperar mucho de nuestros gobernantes. El sector privado a punta de tecnología, de la mano del Ministerio TIC (que sí es eficiente), tiene una opción palpable para solucionar el tema de la movilidad en Bogotá. Al menos en parte.

Esta entrada también la encuentran en EL TIEMPO: http://blogs.eltiempo.com/marmotazos/2014/10/10/el-pico-y-cedula/

Ellos ya siguen a la marmota

Marmotazos populares