martes, 3 de agosto de 2010

Se le murió la madrecita

- Este post fue publicado originalmente en "El Hijo de Yaneth" -

Empiezo agradeciendo a Julián por su invitación a participar en el primer aniversario de su blog. Son pocos los blogueros que tienen la constancia para mantenerse y escribir con la debida frecuencia. Doy fe de eso, que hacía rato no escribía en el mío. Aprovecho también para felicitarlo y desearle otro año bloguero lleno de éxitos. Que siga escribiendo y publicando, incluso en medios escritos, algo que yo no he logrado. Cochina envidia. Bueno, entremos en materia.

Hace unos días tuvimos una charla en la oficina sobre aquella idea de que las cosas son buenas o malas dependiendo de cómo lo veamos -personalmente creo que es cierto, he posteado varias veces al respecto-. En la charla mi jefe -él es quien nos hablaba de esto- nos decía que no sabemos cuál es la realidad de la gente y el por qué reacciona de alguna manera en particular. A veces uno llega de mal genio a la oficina por alguna razón, por algún trancón, porque un taxista -hijo de Dios- se atravesó o alguna otra cosa de esas que nuuuuuunca pasan. O no somos nosotros sino alguno de nuestros compañeros el que llega de malas pulgas. Vamos, le pedimos un favor y el personaje este nos responde con tres piedras en la mano. Yo sé, dan ganas de coger la engrapadora y ponerle unos tres ganchos en la cara, pero cada quién tiene derecho a estar en la mala y nosotros debemos procurar entender. Créanme, sirve. Siempre y cuando la otra persona no se pase de grosera.

El tema es que mi jefe puso el extremo ejemplo de que, quién sabe, si de prooonto un taxista -alma caritativa- nos cierra en plena avenida, puede ser porque se le murió la mamá. Lo primero que dije fue "Huy, está bien. Pero... ¿que se les haya muerto a todos al tiempo? pobres taxistas". Y pobres mamás. Todos los días, cada 3 minutos debe estarse muriendo la señora madre de un taxista de estos -huérfanos indefensos-. Ya me imagino a las señoras echando camándula todas las noches y pidiéndole a San Benito: que "de por Dios, ¡¡que mi hijo no se vuelva taxista!!".

Fuente: http://www.photoshopstar.com/effects/creating-taxi-text-effect/ 
Sí, fue un ejemplo extremo. Muy. Pero sirvió para hacernos (me) reflexionar acerca del tema y procurar alivianarnos más cuando cosas así sucedan. Yo particularmente hice lo siguiente luego de que un hampón del volante de estos me cerró y quedamos en un semáforo (sí, el tarado este ganó 0.3 segundos gracias a su "proeza"). Aproveché y me bajé, fui hasta el taxi y le dije "oiga, señor, deje de cerrar a la gente así que puede causar un accidente". Me regresé a mi carro con toda la calma que pude, cerré con seguro y tartamudeando le pedí a la virgen que este señor no se bajara cruceta en mano. A lo que quiero llegar es que es posible no contra-reaccionar ante una imprudencia de estas. Y no sólo al manejar, también como peatón, como compañero de trabajo, como hijo, madre, primo, novio...

Procuremos estar del mejor humor posible, escuchemos música alegre, sonriamos al triple hp que nos atendió mal y le deseamos que se le mejore el día, o que esta noche sí le den sexo. En vez de responderle mal, terminar de joderlos y de paso amargarnos el día, seamos superiores a eso. Yo no me voy a amargar porque un pendejo busetero con sus 3 neuronas no es capaz de poner una simple direccional antes de cerrarme. De pronto lo enciendo a pito, pero luego sigo cantando a pulmón herido en el carro. Si una gorda me sacó a traserazos de Transmilenio -o del MIO- le digo muy amablemente que Dios le bendiga su doble tracción y que tenga un buen día.

Es difícil, lo acepto, pero no imposible. Sobre todo porque eso se va volviendo un hábito y cada vez es más natural. ¿No conocen a alguien que se la pasa amargado hasta porque el azúcar no le endulzó igual? ¿O al otro que vive cantando y silbando todo el tiempo? Qué bacana la gente así. Ahí les dejo el tema. Me voy a la cocina que este puto tinto quedó muy frío. ¡¡MALDITA SEA!!

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